sábado, 25 de febrero de 2012

XXXIV

Silva el viento rozando levemente mi cara,
inunda el sol el horizonte con su luz y calor,
el mar baila suavemente con los peces,
las rocas y la arena, tan dispares, se han unido
para rodearlo y contenerlo, el cielo tan claro
y limpio sirve de espejo a la aves
que sobre vuelan este instante tan efímero
y perfecto que me da miedo parpadear;
sólo, de pie, admirando lo abstracto
de la belleza y preguntándome que papel
juego yo aquí, en este lugar, en este momento
tan concreto, me doy cuenta de que no se quien soy;


¿Acaso puede decírmelo los discos que descansan
en la estantería, los libros tirados sobre el escritorio,
las películas apiladas detrás del dvd, el equipo de fútbol
que sigo apasionadamente? ¿Podría decírmelo el gin tonic
o la cerveza que me gusta, el té que tomo por la tarde,
mis amigos o algún familiar, los versos que trazo
sobre el lienzo de mi alma, las noches de insomnio?


Mientras el manantial de mis pensamientos sigue
corriendo en mi mente, llegas a mi lado,
mi mirada se cruza con la tuya y se dibuja
una sonrisa en tu cara... que importa quien sea,
mientras sea la persona a quien ames.

A. Carmona

lunes, 20 de febrero de 2012

XXXIII

Harto de princesas de mercadillo
y de zorras de postín decidí
irme al desierto de la ciudad
donde no vales más de lo que
a tu jefe le haces ganar, preferí
amargarme escondiédome de la luna,
no vaya a jugármela la nostalgia
una vez más, pero te has cruzado
tú en el camino de mi barrio
llamado soledad,
no te confundas y no veas
estos versos escritos por
alguien tocado con algun talento,
están escritos por una persona
a la que le sobran los días
de sentirse en la calle tirado
como un perro, sin que nadie
se pare ni siquiera a mirarlo,
no temería soportar el peso
del mundo sobre mis hombros
habiendo aguantado ya el pulso
a la vida, pero si hay algo
que haga hincar mi rodilla en tierra
y agachar mi cabeza, esa sin duda
es la luz de tus ojos...
mírame y despójame de mi fuerza,
bésame aunque se para mi la muerte,
bésame y déjame tentar a la suerte.

A. Carmona

XXXII

Mis sueños hablan de tí,
mi boca insensata quiere
probar tu miel,
mi piel anhela rozar la tuya,
mis ojos tienen envidia
a mis oidos porque ellos
pueden oir tu voz,
y tu olor deja meláncolico
el corazón de un amante
en la sombra,
dispuesto a conquistar
el mundo y ponerlo a tus pies,
capaz de parar el curso del agua,
que detendría el giro de la Tierra,
pero porque fueras feliz
simplemte,
desaparecería con el viento.

A. Carmona

XXXI

Mi nombre caerá víctima
de la corta memoria
que le aqueja al olvido,
no seré más que una hoja
seca y amarillenta que cae
del árbol de la vida en su otoño,
tan sólo soy una puesta de sol más
que una y otra vez pasa desde
hace siglos cerrando el círculo
y cumpliendo el ciclo de la vida,
aquí deshaciéndome cual estatua
de arena o ceniza, que se diluye
irremediablemente con el viento

quedándome apenas tiempo
y sin embargo siempre te llevo
conmigo en mi pensamiento.

A. Carmona

martes, 14 de febrero de 2012

XXX

Soledad palpitante en este mundo
que me duele a cada bocanada
de este aire sucio lleno de hipocresía
y falsedad, lleno de sin sentidos y caprichos
vacíos de toda humanidad, ausente
de la locura genial, chispa de la creatividad
que aun hace al ser humano lo que es,
un ser digno de ser amado.

Reflexiones estas nacidas de alguien
que si alguna vez amó, lo perdió todo, y se fue
a vivir como un ermitaño con sus recuerdos.

A. Carmona

XXIX

Serena belleza de mujer sutil, que al mundo
Alumbras con tu tez, yo, que me pierdo en tus ojos
Resplandecientes, buscando donde volcar mi inspiración,
Apercibí de ellos los versos teatrales de tu alma.


A. Carmona

viernes, 10 de febrero de 2012

XXVIII

Tú Morfeo, desdichado dios de los sueños
hijo de Hipnos, tú que fuiste fulminado
por el rayo de Zeus; cuando entreabro
mis ojos resistiéndome a yacer en mi lecho
cada noche, intentando en vano no caer
en tus brazos, apareces abatiendo tus alas
y me llevas a tu mundo, me castigas
haciéndome contemplar el más bello
tesoro que guardan para sí los dioses;
una noche tras otra vuelvo a tu cueva,
entre la sutil luz te veo en tu cama de ébano
de adormideras rodeado y me incitas
a acompañarte y llevarme a tu mundo;
mas no puedo resistirme, porque ella
es mi sueño y no tenerla la pesadilla
y aunque no exista, aunque tan sólo
sea un sueño, ya lo sé, no obstante
en ese mundo de fantasía ella es mía...
y yo, aquí tan sólo, soy un perro sin dueño,
un esclavo sin amo, un samurai sin señor,
un creyente sin su dios...soy...
tan sólo soy un corazón sin amor.

A. Carmona

jueves, 2 de febrero de 2012

XXVII

Mis sencillos versos están compuestos
por los ecos de las imperecederas palabras
que escribieron los grandes maestros,
poemas del alma son sus inmortales obras.

Yo, cual mal discípulo accidento versos
cuando el mundo se me hace bola
en el estómago, mis manos me salvan
vomitando sentimientos en cada renglón
de mi apesadumbrada alma díscola,
en cada palabra, sentimientos que se clavan.

¿En qué me inspiro?¿De verdad me los preguntas?

Mira a tu alrededor contempla la creación
alza tu vista hasta los cielos, nos rodea el universo,
salpicado de intermitentes y luminosas estrellas
que me hacen soñar  con otros mundos cuando las veo
como lo hizo con su telescopio el mismísimo Galileo.


A. Carmona

miércoles, 1 de febrero de 2012

XXVI

Tic-tac, va marcando el reloj
en su infinito caminar,
tic-tac, segundo tras segundo
el paso del tiempo terrenal,
tic-tac, hora tras hora
momentos que se vuelven eternos,
tic-tac, semana tras semana
noches llenas de desvelos,
tic-tac, año tras año
vas pasando sin mirar atrás,
tic-tac, siglo tras siglo
te pierdes en el horizonte de los milenios,
tic-tac...
lo siento, mi tiempo ya pasó.

A. Carmona

XXV

Heme aquí debatiendo mi honor
entre dichos y hechos, como cada cual
blandiendo mi propia espada de la verdad
pues mi boca, más certera que mis manos,
gana batallas que aun no he luchado
desarmado y sólo por los acontecimientos
me veo frente a mi peor enemigo,
en el espejo no veo mi reflejo,
sólo a mi conciencia alzándose contra mí
dicta ya tu sentencia a este culpable falaz
y déjame cumplir con mi condena
en la prisión de la soledad,
allí podré soñar conque algún día
mi corazón encuentre la paz.


A. Carmona