Tus ojos de miel de mil abejas
que el calor y la luz del sol reflejan
vean como acaricio tus bucles, si me dejas,
de mar salada, de olas que vienen y se alejan;
me desconcierta tu sonrisa de blanca luna
con la que iluminas mis noches, mis sueños,
me deleita tu suave y rosada piel de cuna
con la que quisiera fundirme y no hubiera
de ella más otros dueños;
temo de tus labios probar el puñal
de tu veneno y dejarme morir
de tu placer carnal.
A. Carmona
que el calor y la luz del sol reflejan
vean como acaricio tus bucles, si me dejas,
de mar salada, de olas que vienen y se alejan;
me desconcierta tu sonrisa de blanca luna
con la que iluminas mis noches, mis sueños,
me deleita tu suave y rosada piel de cuna
con la que quisiera fundirme y no hubiera
de ella más otros dueños;
temo de tus labios probar el puñal
de tu veneno y dejarme morir
de tu placer carnal.
A. Carmona