jueves, 30 de enero de 2014

LXIX

Susurrarte con ardor desearía
palabras que el aire no entediera,
así, receloso, no se las llevaría,
mas callo y por desventura
cada noche en mi soledad,
soñándote me hallo.
El deseo es el principio
de nuestra perdición,
la carne se deja llevar
por el placer de la seducción,
y yo anhelo perderme
en tu incandescente deseo.
Recorrer con mis labios
tus formas sinuosas,
encender mis ojos
en tu lujuria
y agarrar tus manos
en el envite del mar
de nuestros placeres.
Mas callo y por desventura
cada noche en mi soledad,
soñándote me hallo.

A. Carmona