jueves, 10 de mayo de 2012

XLIX

Intenté en vano amar como otro cualquiera,
esperando a oír tu voz, mirarte o acariciarte
mas crédulo de mi, resultaste pendenciera
y cara me salió la desventura de amarte

Perdí no sólo esperanzas, también el corazón,
que rendido a tu merced quedo tirado

en una sucia acera herido de desazón
con puñal del hielo contra él airado

Después de tan amarga pericia, aprendí
a enterrar mis sentimientos allá donde los haya
bajo el hielo abrasador de tu vil recuerdo


Ya ves desde los despojos que dejaste, ascendí
a capitán de un barco que surca intrépido y canalla
mi vida, y tu podrida manzana ya no muerdo.

A. Carmona

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