miércoles, 9 de mayo de 2012

XLVIII

La soledad que hacía mi camina
me inquieta con su paso ligero
pronto me alcanzará tal inquina
compañera, castigando mi fuero


Terrible, terrible destino el mio
aparté pues de mi lado con esputo
necio, a quien me amó no sin brío
pagando su pleitesía con cariño enjuto

Aparece al fin, ya está aquí, ha llegado
oscura túnica cubre tu lánguida figura

o quizá seas espejo reflejando mi alma

Da igual, lo acepto, dejando por legado
un largo trazo de versos llenos de locura
de alguien que al fin, aun sólo, encontró calma.

A. Carmona

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