miércoles, 25 de enero de 2012

XXIII

Cuando se unen el cielo y el mar
nace un paraíso terrenal
llenos de días de radiante Sol
y de noches de Luna Mora,
dividida en dos mitades
por un río de aguas imaginarias,
esta tierra que abre
sus ojos verdes al amanecer
en la que juego con sus cabellos
entre mis dedos, negros, rizados,
y en la que acaricio su suave piel
de niña de canela,
esta tierra que huele a Jazmín
prendida cual Biznaga en la Alcazaba
a los pies del Teatro Romano,
se eleva queriendo tocar el cielo
y se asoma al mirador de Gibralfaro,
llevando sobre sus hombros la Victoria
como glorioso estandarte,
esta tierra cuna de poetas
que recitan en Saetas de primavera,
que florece en el Almendro
y que sabe a dulce Moscatel,
esta tierra de inspiración fenicia
en la que se navega con Jábegas
por su Bahía con Farola vigilante
y se pregona el boquerón
cual marengo Cenachero,
esta tierra que es mi hogar
será lo último que pronuncie
antes de abandonarla para siempre
y convertirme en esa ola de mar
que va a morir en la orilla
de la playa de la Malagueta,
y así exhalar tu bello nombre...

MÁLAGA

A. Carmona

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